jueves, 1 de marzo de 2012

Síndrome de Méniére

¿Qué es la enfermedad de Ménière?

 En el siglo XIX, el francés Prosper Ménière fue quien señaló que los síntomas de este padecimiento provenían del oído interno, al estudiar mediante autopsia a una señorita que presentaba dichos síntomas. En su honor, se llama a esta enfermedad por su apellido. El oído interno se compone de dos partes bien diferenciadas: por un lado el caracol o cóclea, que se encarga del sentido de la audición, y por otro lado, el laberinto, que está compuesto por una serie de conductos orientados en las tres direcciones del espacio, siendo el encargado del equilibrio periférico. Dentro del caracol y del laberinto existe un líquido llamado endolinfa. La enfermedad de Ménière se produce por un aumento en la cantidad del líquido (endolinfa) que circula por el interior del oído interno, es decir, por el interior del caracol y del laberinto, ocasionando un aumento de la presión en el oído interno. Esto es debido a que el líquido que se va produciendo no se reabsorbe convenientemente.

 ¿Cuál es la causa de la enfermedad de Ménière?

La enfermedad de Ménière puede darse tanto en hombres como mujeres, desde la juventud a la vejez, aunque es más frecuente sobre los 40 años. La causa exacta de este proceso no se conoce, pero hay ciertas alteraciones anatómicas y ciertos factores que favorecen su aparición. Se pueden producir alteraciones en la anatomía del laberinto donde se produce la endolinfa y también se producen alteraciones por algunos procesos alérgicos; en las glándulas endocrinas; por enfermedades de los vasos sanguíneos y también por una disposición psíquica especial de determinadas personas que tienden a producirse síntomas en sí mismos, y a tener orientaciones obsesivas.



¿Cuáles son los síntomas de la enfermedad de Ménière?

Vértigo.
 El vértigo es un cuadro muy desagradable e incapacitante. Se presenta de pronto y se repite una y otra vez, sin ningún tipo de cadencia. Evoluciona en brotes, con períodos de normalidad entre ellos. Puede presentarse todos los días, o con períodos de normalidad de semanas, meses, e incluso de años. Los brotes de vértigo suelen durar entre media hora y cinco horas, aunque los más intensos pueden durar hasta diez y doce horas, o incluso más tiempo. Hacen inválido al paciente para todo y requieren un reposo de la cabeza, ya que el más mínimo movimiento aumenta extraordinariamente el vértigo. El brote suele estar precedido por una sensación de plenitud, o de congestión del oído, ruido de oído, sordera o malestar. Con el vértigo se produce una sensación parecida a como si todo lo de alrededor girara muy deprisa, se pierde el equilibrio bruscamente, y el paciente se tiene que agarrar a algo, o a alguien, para no caerse al suelo. El vértigo puede aparecer en cualquier momento y en cualquier actividad, pudiéndose presentar durante el sueño, lo que provoca que el paciente se despierte. Suele estar acompañado de palidez, sudor frío, postración, náuseas, vómitos, aumento de los latidos cardíacos, aumento de la respiración, e incluso diarrea. Se produce, también, un movimiento intenso de los ojos, con visión borrosa, aunque nunca se llega a perder la conciencia. El brote crea una gran sensación de angustia. Una vez desaparece el brote, de forma relativamente rápida aunque no tanto como su aparición, deja al enfermo muy tranquilo: suele quedarse dormido y cuando despierta se suele encontrar muy bien, aunque puede quedarle durante unos días una sensación de desequilibrio poco importante. Está comprobado que la ansiedad y el estrés desencadena los brotes. En los primeros años de la enfermedad, los brotes son más frecuentes e intensos y con el paso del tiempo van disminuyendo, llegando, en algunos casos, a estabilizarse y desaparecer. Si la angustia y el temor se hacen dueño del individuo, pueden llevarle a una incapacidad laboral y social.

Sordera.
La sordera aparece, a veces, antes que el vértigo, aunque generalmente se producen conjuntamente. La sordera es progresiva, va aumentado a lo largo de la enfermedad. Tiene una característica propia, que es la de ser fluctuante, es decir, a veces oirá mejor y en otras ocasiones oirá peor, sobre todo si tiene los brotes de vértigo. La sordera comienza por los sonidos más graves, como la voz masculina y los sonidos relacionados con vibraciones. Posteriormente, va afectando también a los sonidos agudos, como la música y la mayoría de los ruidos ambientales. En algunos casos, se puede llegar a perder completamente la sensación de oír. Los ruidos intensos suelen ser molestos, intolerables y dolorosos. Durante el brote, se produce un cambio en la forma en que se oye, teniendo la sensación de que los sonidos son metálicos.

Ruido de oído.
 El ruido de oído se conoce como acúfeno o tinnitus, y suele preceder al brote de vértigo. En cuanto a su percepción, es muy variable, puede variar en intensidad y en tono. El tono puede estar en la zona de los sonidos de tipo grave, o en la de los sonidos agudos. Normalmente es continuo, pero puede desaparecer durante temporadas; lo que es constante es que aparece siempre que se produce el vértigo. El paciente manifiesta el ruido de oído como un zumbido, un siseo, o un chorro de vapor. Todos estos síntomas se producen por el aumento de presión en el caracol y el laberinto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario